El origen del mundo (Escandinavia)
En el principio, había un vacío que necesitaba ser llenado y había
dos dioses, Muspell y Niflhiem. Muspell era el lider de un mundo de fuego y
Niflhiem era el líder de un mundo de hielo. Ellos jugaban en este espacio vacío
donde, de a poco, el aire se comenzó a calentar y cuando el hielo se empezó a
derretir, Ymir fue creado.
Él era un dios malévolo. Mientras Ymir dormía, sudó y dio
vida a dos gigantes de hielo machos y a una hembra. Con el paso del tiempo se
derritió más hielo y se creó una vaca que daba mucha leche para limentar a
Ymir. La vaca se alimentaba a sí misma lamiendo los bloques de hielo y después
de varios días de lamer el hielo, descubrió en él a un hombre que tenía un
hijo.
El hijo se casó con una de las hijas del gigante de hielo y
tuvieron tres hijos que mataron a Ymir. La sangre que fluyó ahogó a todos los
gigantes de hielo excepto a Berglimir y a su esposa que tomaron la carne y
huesos de Ymir y crearon con ellos la Tierra.
El origen del cosmos (wishókar)
Al principio
sólo existían dos cosas: Kóoch, que siempre estuvo y una oscuridad absoluta que
no dejaba que las cosas existiesen.
Tanto tiempo
pasó Kóoch en medio de las sombras y su soledad era tan grande que empezó a
llorar por tan enorme pena. Y lloró tanto y tan sinceramente por su profundo
dolor que sus lágrimas formaron el Arrok, el Mar Amargo de las tormentas y las
tristezas.
Más tarde, pudo
advertir cómo crecía la enorme cantidad de agua que había llorado y entonces
suspiró. Así creó a Xóchem, el viento, que inmediatamente comenzó a correr
arrastrando a las tinieblas y preparando el camino para la llegada de la luz.
Así fue como todo se iluminó y nació la alegría en Kóoch. Entonces tuvo ganas
de seguir creando los restantes elementos que le permitieron luego modelar el
mundo en el que finalmente vivirían los hombres.
Un día, en
medio del mar que sus lágrimas habían creado, Kóoch quizó contemplar su obra y
vió que la luz no era suficiente. Enojado, levantó su brazo y sucedió que razgó
de lado a lado el velo de la penubra y encendió así una gran chispa de fuego:
Kóoch había creado el sol al que llamó 'xaleshem' cuya calidez al entrar en
contacto con las aguas, creó las nubes y el viento, que empezó a jugar con
ellas corriéndolas por todo el cielo, con su risa alocada creó el trueno
(katrú) y ellas, que lo amenzaban con la mirada, crearon el relámpago (lüfke).
Un día Kóoch
volvió a aburrirse, por eso hizo elevar parte de la tierra que se encontraba
debajo del mar y formó una isla en la cual modeló montañas y llanuras separadas
por valles y cañadas. Todos sus hijos, el sol, el viento, las nueves admiraron
la belleza de la isla y comenzaron a derramar sus bondades sobre ella, lo cual
dio como reslultado la formación de ríos, arroyos, lagos... el nacimiento de
los peces, las plantas, los árboles y las aves.
La serpiente cósmica
El
pueblo Fon, cuenta cómo la serpiente cósmica, Aida-Hwedo, fue creada al
principio de los tiempos por el Creador, un dios andrógino con dos caras: Mawu, la luna, (femenino), y Lisa, el sol, (masculino).
Aido-Hwedo
contribuyó a la creación al llevar al creador en su boca mientras se formaba el
mundo. Cuando terminó la obra, el Creador vio que era un peso excesivo para la
tierra: demasiados árboles, demasiadas motañas, demasiados elefantes, demasiado
de todo.
Entonces,
le pidió a Aido-Hwedo que se enroscase y se colocase por debajo a la
sobrecargada tierra como si fuese un almohadón para poder transportarla. Como a
Aido-Hwedo no le gustaba el calor, el Creador hizo el océano para que viviera
allí.
Al
sentir Aido-Hwedo una gran presión sobre sí, tiene que cambiar de postura para
descansar, y lo que sucede en esos casos es que se desatan terremotos.
Aido-Hwedo
se alimenta de barras de hierro que forjan unos monos rojos que viven bajo el
mar. Cuando el hierro se agota, del hambre se come su propia cola. Luego, la
tierra, con toda su carga se desequilibra y cae al mar.
Una
segunda Aido-Hwedo, la serpiente del arco iris, vive en el cielo y envia a la
tierra los rayos de los dioses.
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